Chaque sourire est spécial.

martes, 27 de enero de 2015

Fue como si los dos decidiéramos jugar a ese juego, sin tener que discutir las reglas.



Tomar una decisión, bueno, más bien volverla a tomar, y así cincuenta mil veces hasta que un día por fin sea verdad y se cumplan las palabras. 
Por qué somos tan necios con todo? Hacemos que quien nos importa se vaya de nuestro lado y cuando se va intentamos que vuelva pero siempre sin tirarnos a la piscina sino que tocamos el agua para comprobar que no está fría y nos damos media vuelta, queremos apartar a alguien de nuestra vida pero a la hora de la verdad nos faltan cojones para hacerlo, o cojines como dice mi corrector siempre xd
Extrañamos lo que no tenemos e ignoramos a quien está ahí día tras día, nos quedamos con la duda antes que dejarnos llevar. No cuidamos lo que vale la pena y mucho menos a quien la vale, a quien te da unos buenos días que hasta al ser más frío de este planeta le pondría una sonrisa de tonto, a quien hace de tus pen
as alegrías y a quien te acaricia como el aire al chocar con tu mejilla en una cálida mañana de invierno. 

Somos injustos por naturaleza, incoherentes e incluso encima orgullosos, es decir, una puta coctelera que cuando la sirves te quema por dentro.

Ni quieres querer, ni quieres que te quieran; ella nunca es la primera.

Nos acostumbramos a lo fácil, a besar los labios de la primera cara bonita que se nos planta en frente y después nos creemos con el derecho de atribuir nuestro vacío a esas personas. Queremos algo de verdad pero dejamos de responder a mensajes que pueden llevar a una conversación normal, engañamos y nos creemos que la otra persona es ese poco que hemos visto en lugar de seguir descubriendo lo mejor de ella. 

Nos quedamos en sonrisas fingidas, besos cuyo sabor no cambia, en salir a pasar el rato y nos perdemos lo mejor de los besos, de las personas. Un beso no se da, se roba, se saborea y se recuerda; e incluso el recuerdo es lo que mejor sabor de boca tiene.

Nos dedicamos a culpar al resto de que somos incapaces de querer, de que nos sintamos tan vacíos cuando los únicos culpables somos nosotros que vamos de valientes y nos come el miedo de que nuestra sonrisa dependa de alguien más.

lunes, 12 de enero de 2015

Sabor amargo y ya no aguanto más.

Te levantas, te caes y te vuelves a levantar. Le odias, le quieres, le olvidas, vuelve y le echas tú, y ahora estás mal. Necesitas tanto que lo poco es bueno y malo a la vez. Lo quieres todo ya y quieres que dé por ti lo que tú darías por él, pero sigues sin nada, sigues sin nadie. Te llenan medio vaso y con las mismas se lo vuelven a beber, te vuelven a dejar vacía. Y duele, duele saber que hasta tus decisiones te matan, que incluso cuando tú acabas con todo, tu mundo se desmorona. Y ya no hay fuerzas de levantarse, ya no hay ganas de encontrarse. Que ya no importa caer más profundo, porque ya ni sientes nada.

sábado, 3 de enero de 2015

Retroceder también conlleva avanzar.

Me echo de menos. Sí, por una vez en mi vida y a mis 18 años me echo de menos a mí misma, a la que era hace un par de años. Supongo que el 2013 me cambió y el 2014 se encargó de consolidar ese cambio. Y aquí estoy, en mi segunda noche de este 2015 volviendo a escribir, sincerándome por primera vez en años. Han pasado tantas cosas que no sé qué me da más pena, si cómo me afectaba el ''amor'' hace años o como lo hace ahora. Mejor dicho, no cómo me afectaba o afecta, sino cómo lo he vivido y ahora ya no, ya nadie duele tanto como para escribir sobre él, y lo que es peor, nadie me ha ilusionado tanto como para dedicarle nada. Supongo que desde que ella se marchó, comencé a valorar más mi vida, a volverme loca con cualquier canción pero a no hacerlo con cualquier decepción de un tío. Hay bajones, todos los tenemos, tampoco voy a hacerme la durita hasta cuando escribo aquí, pero son tan contradictorios que a menudo ni sentido tienen; y hay chicos, no voy a negarlo, pero no hay ningún él. Y se nota, y lo noto, y no aguanto que me digan que es el mío y mucho menos que soy la de nadie, porque a nadie le miro con esos ojos, aunque tenga a mi favorito y le elija antes que a todos los demás. No sé ni la razón de volver a escribir hoy, ni siquiera sé que he terminado diciendo, será Vanessa, que se echa de menos.