Chaque sourire est spécial.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Quizá

Me gustaría escribir,
o escribirte.
También encontrarte,
o encontrarme.
No sé lo que busco,
tampoco lo que perdí.

Igual entender
o entenderme,
conocerte 
o conocerme aún más.
Tal vez volver un par de meses atrás,
o más bien un año entero, 
quién sabe.

Será la nostalgia de exámenes,
o el olor de mi recuerdo.
Será un viernes de locuras, 
tumbada sobre tu cuerpo.
Serás tú echándome de menos,
seré yo ignorándote un poco más.

Quizá di en el clavo,
quizá acerté con la primera línea,
quizá consista en ser yo,
que ya es más de lo que tú has sido.

sábado, 16 de mayo de 2015

Viva la idiotez

A veces no entiendo a la gente,
pero qué se puede esperar
si otras vece ni me entiendo a mí.

No comprendo la capacidad de decir palabras que ni siquiera sientes,
tal vez sería mejor no hablar que decir algo que no piensas.
O no sé, igual seré yo, que me he quedado atrás.

Me sorprende los cojones que nos faltan últimamente,
o que nos sobran,
porque para decir algunas idioteces
hay que tenerlos bien puestos,
o al menos,
haber perdido las pocas neuronas que nos quedan.

Vivimos en una época
donde lo que sigue importando es la apariencia,
supongo que hay tópicos
que nunca dejarán de existir.

No sé si es el mundo el que está loco,
o fui yo quien olvidó lo de estar cuerda.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Y yo, era con ella

Y es que ella era de las de verdad,
de las que se le erizaba la piel al rozarle
y le daban escalofríos al sentir tus piernas entrelazadas con las suyas.
De esas que se sonrojaba al mirarla fijamente
y pestañeaba al cogerle de la mano.

Porque era de esas chicas que te daba miedo que existieran,
porque no había nada más peligroso que tu mirada perdida en sus ojos
y tú,
y tú pensando en tu cuerpo abrazado al suyo.

Porque ella era de esas chicas que te daban miedo,
miedo de perderla tonta y no tan tontamente,
miedo de no seguir acumulando recuerdos,
de que esa piel tan dulce fuera de alguien que no eres tú,
y que tú fueras el imbécil que la dejó escapar.

Porque esa chica era de las que aparecía una noche
y te alegraba una y mil más,
de las que invitaban a quedarte entre sus brazos eternamente.

Porque era la mejor opción para un viernes de fiesta,
un sábado romántico
y una comida familiar el domingo.

Porque lo era todo,
o más bien lo es,
pero ya no es contigo.